Algo interesante me pasó los primeros días del año y fue que la cama me absorbió por completo.
Comencé el 2021 cayéndome con una maleta en la mano (quién sabe si eso será algún presagio) y torciéndome el pie de tal manera que el diagnóstico fue esguince grado 1 y reposo total de 10 a 15 días, una bota para refrescar mi estilo de vestir y unas muletas como accesorio de invierno.
Un esguince no es lo peor que le puede pasar a una persona, claro está; pero para mí fue la oportunidad para deprimirme por todas las cosas por las que no me había deprimido durante los últimos meses del año pasado.
Comencé a extrañar mis idas al gimnasio, mis corridas en el parque, manejar mi carro (que por fin aprendí, a mis 30 años); luego comencé a extrañar a mi familia, a mis amigos que han quedado en la patria y a mi abuela que ya casi cumple un año de haberse ido. Empecé a hundirme inconscientemente en canciones corta venas y se vinieron los pensamientos, esos que lo único que querían hacer era hundirme más.
Y lloré todo lo que no había llorado hace tiempo.
Ya no era yo, me veía al espejo y no era yo ¿Dónde estaba mi cara recién lavada y mi ropa deportiva? mi agenda con planes, mis zapatillas para correr. ¿Dónde estaban las ganas de levantarme? -dolía el pie sin las muletas, dolían la manos con las muletas- un día en el que estaba sola no comí nada durante 12 horas.
Pero hoy es el día 11 del mes. Puedo dar unos pasos, puedo bañarme de nuevo de pie y puedo valerme por mí misma en muchos aspectos. Arreglé la cama por primera vez en el año, mi gato lo notó y saltó por debajo de las sábanas. Mi novio ya viene al apartamento y me encuentra viendo televisión en la sala y yo voy entendiendo que debo hacerme amiga de la paciencia, no solo en cuanto a mi recuperación; sino en mi certeza de que volveré, volveré a ver a mi familia, volveré a correr, volveré a viajar y volveré a abrazar a mis amigos.
A veces pienso que el año pasado fue tan exhaustivo para el mundo que mi propio cuerpo dijo “no más” y me lanzó maleta abajo para darme un descanso de todo en el inicio de este 2021. Al principio lo veía como el peor de los comienzos pero, ¿de verdad es tan terrible empezar descansando, viendo Netflix, siendo atendida y leyendo hasta que me ardieran los ojos o llorando hasta que me ardieran los ojos? No lo creo.
Depuración y desintoxicación, eso fue y estoy agradecida.
Sara Rico-Godoy.